Venimos de la calma y a la calma vamos

Esta sección incluye un conjunto de herramientas cotidianas eficaces para hacer más dulce la vida actual y avanzar más rápidamente hacia días mejores.

25 de enero:

Libre para ser el Rey. Libre para ser tu propia ley. Libre de todo karma.

Cuando el hombre se autorrealiza se hace una ley en sí mismo porque no le toca ninguna forma del karma. Las cosas que le ocurren no le afectan porque ha desarrollado la integración que trae al «no-apego». El apego es el que trae el sufrimiento. El apego produce expectativas, y cuando éstas no se cumplen se produce sufrimiento: eso es lo que llamamos karma.

Uno puede liberarse a sí mismo de ataduras kármicas. Primero utiliza la objetividad para llegar al «no-apego». El «no-apego» te lleva a la felicidad porque nada te afecta, y cuando nada te afecta no creas ninguna causa. Cuando no se crea una causa no se puede producir el efecto, y si no se produce efecto no se puede crear otra causa de nuevo. Este es el propósito de la vida. Venimos de la calma y volvemos a la calma.

El karma no funciona en los niveles supraconscientes de la mente, funciona sólo en los niveles inferiores como la mente subconsciente, que a su vez influye a la mente consciente. Por eso el karma, el cuerpo acumulado de los resultados de tus acciones, no es la totalidad de ti mismo, ya que puedes dispersar o eliminar el karma.

Debido a los conflictos que existen en el ego, expresas las cosas de una forma negativa o de una forma positiva.

La Graciosa belleza del acontecer

veces, la Gracia, esa cualidad indefinible, viene bajo la forma de los ángeles marrones.

Los pensamientos que para hoy trae Respuestas al corazón en la página 314 te enseñan que puedes ir más allá del karma, más allá de ángeles negros y blancos, una vez que hayas dejado de crear causas; pero en el mientras tanto, en tanto en cuanto estés identificado con los ángeles blancos y negros de la vida, no te olvides de dar la bienvenida a los ángeles marrones.

Los ángeles marrones

Recreado de una parábola de la tradición cabalística

David era una mercader que vivía en un pequeño pueblo de la Europa Central. Un hombre trabajador y cumplidor de sus deberes religiosos. Sin embargo últimamente no paraban de ocurrirle todo tipo de infortunios. Su mujer le había engañado con su socio y habían escapado con todo su dinero. Su hijo había abandonado el hogar familiar uniéndose a unos bandidos y maleantes, su hija había comenzado una relación con un hombre poco recomendable y parecía que todo el universo se había puesto en su contra.

Preocupado, David pensó que quizás había sufrido algún tipo de maldición, algún tipo de influencia negativa estaba afectándole. Era un hombre honrado y cumplía todos sus deberes religiosos y no entendía como había sido abandonado de esta manera por su Dios.

A unas 5 horas en carromato de su domicilio vivía un muy respetado Rabí. Rabí Simón era conocido por su sabiduría y por su buen hacer en solucionar todo tipo de problemas espirituales, así pues que David decidió ir a visitarle y exponerle su problema.

Esa mañana pronto, salió camino de la casa de Rabí Simón, a donde llego a la hora de comer.

Llamó a la puerta y Esther, la mujer de Rabí Simón, le abrió.

David le contó que necesitaba hablar con el Rabí y Esther le dijo que estaba ocupado. Le dio de comer a David y indicándole que esperara en el salón hasta primera hora de la tarde, cuando Rabí Simón estaría ya disponible.

David cansado del viaje y con el sopor de la digestión se recostó sobre uno de los sofás del salón quedando pronto dormido.

Era el juicio Final

Un sueño muy, muy vivido le asalto durante la siesta. De repente se vio en un gran valle donde todas las naciones y todos los pueblos estaban reunidos. El ambiente era eléctrico. En los cielos los ángeles y los arcángeles del señor se mostraban imponentes en su majestuosidad. En el centro de aquel lugar había una gran balanza. De repente David comprendió donde estaba: ¡Era el Juicio Final!

Surgiendo de los cielos como un trueno en todo el espacio resonó su nombre:

¡DAVID ACÉRCATE!

Balanza del juicio final

David se acerco hasta donde estaba la balanza ante los ojos de todos los hombres y mujeres de todas las naciones y de todos los pueblos.

Desde el centro luminoso de los cielos apareció una caravana de ángeles blancos.

Cada uno de ellos representaba todos los momentos buenos de David. Cuando enamorado de su esposa cedió a que su madre viviera con ellos, cuando olvidándose de sus intereses hizo posible que su vecino consiguiese un negocio que les salvo de la ruina a él y a su familia, y así, un ángel blanco detrás de otro se iba subiendo a uno de los platos de la balanza resumiendo todo lo positivo, puro, amoroso y verdadero que había habido en la vida de David. Hasta que uno de los platos de la balanza quedo completo.

El cielo se oscureció y desde lo más profundo de su negrura apareció una caravana de ángeles negros, su visión te helaba la sangre y agarrotaba el estomago dejando el corazón comprimido y helado. Cada uno de esos ángeles representaba todo lo negativo que había habido en la vida de David. Todas las dobles intenciones, todas sus contradicciones y mentiras, cuando dejo creer a su mujer que habían perdido todo el dinero y en realidad había decidido guardarlo por si en un futuro pasaba lo que al final pasó, que se fue con otro hombre. Cuando hizo creer a su socio que era mejor que no viniese a una reunión donde al final pacto una comisión para él excluyendo a su socio del beneficio etc..

Los ángeles se fueron colocando en el otro plato de la balanza y poco a poco esta fue bajando, y bajando, y bajando y bajando.. hasta que claramente pesaba mucho más que los ángeles blancos.

David sudaba, su corazón se sentía como un témpano de hielo. La vida detenida, congelada. Sus tripas eran como un músculo agarrotado por un calambre cuando repentinamente surgieron por el cielo, haciendo sonar grandes trompetas, una caravana de ángeles marrones.

Cada uno de estos ángeles representaba los marrones que le habían ocurrido en la vida, todos aquellos acontecimientos donde se vio metido en problemas sin aparente causa y que interpretó como la injusticia de Dios con su vida. Cuando su mujer le abandonó, cuando su socio le engaño, cuando su hijo abandono el hogar familiar..

Cada uno de los ángeles marrones se acercaba al plato donde estaban los ángeles negros y cogiéndole del brazo se lo llevaba. Así, un ángel marrón cogía del brazo a un ángel negro y se lo llevaba consigo. Poco a poco la balanza empezaba a moverse mientras los ángeles negros iban perdiendo peso. Entonces Esther, la mujer del Rabí, agitando el hombro de David le dijo:

“David, David, Rabí Simón ya esta disponible, despierte, le recibirá ahora mismo”

David, al despertar, se vio de repente en el salón del Rabí Simón y recordó el propósito de su viaje. Se levanto y diciéndole a Esther -no se preocupe, no se preocupe, ya esta arreglado-, salió corriendo de la casa.

Se subió al carromato y arreando todo lo fuerte que pudo a sus caballos para llegar a casa cuanto antes se fue rezando fervorosamente:

“Mi Señor, mándame más ángeles marrones, mándame más ángeles marrones..”

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