Conquistar al mundo por amor
El próximo 21 de Diciembre, solsticio de invierno, ha sido una fecha cacareada hasta la extenuación como el fin del mundo o el comienzo de una nueva era, según quien hablase del tema. En realidad, desde tiempos inmemoriales la magia de la navidad surge de la belleza del solsticio de invierno. Representa la yuxtaposición de la oscuridad y la Luz -mientras más dramática, mejor. ¿Por que esa Complitud que es nuestro Amor pasa por tantos problemas al crear esos pares de opuestos en los que se entreteje su juego?
Que maravilloso es este camino de mareas que están por siempre cambiando, arriba y abajo, de diversos niveles de oscuridad y luz. En el momento álgido de la oscuridad, nos sentamos a contemplar el cambio, del día más oscuro del hemisferio norte. Arropados junto al niño que va a nacer, nos dejamos inundar por el vacio viviente que surge con la fuerza de la vida en la vuelta del radiante y dorado rayo de sol que como una madre amante viene en la profundidad de la noche a sujetarnos entre sus brazos que nos reconfortan y nutren en olas de calidez liquida y dulce.
Estos tiempos fríos y oscuros nos hacen conocer la profundidad de la ausencia de la luz y la calidez del sol, desde ahí podemos apreciar y beber las bendiciones de La Luz, el gozo de su infinita claridad, de su presencia que da vida, amor que impregna esta existencia sin fin en la que estamos entretejidos.
En Navidad, celebramos una versión humana de este milagro anual, eternamente presente en cada momento.
Simultáneamente nacen una estrella y un niño dios, un niño de luz, un rey celestial. Esta es la historia de todos nosotros. Todos somos un niño dios, un rey celestial lleno de luz y amor que ha tomado un nacimiento ordinario y humano. Un niño nacido entre las humildes paredes de un establo entre animales, en la profundidad de la noche. Y así, reyes de luz originalmente, vivimos nuestra vida como animales pegados a la tierra mientras nuestro alma susurra al oído: «Guíanos de la oscuridad a la luz».
En Navidad, mientras nuestras voces cantan alabanzas al niño dios nacido algo profundamente enterrado en nuestro interior despierta con el sonido de la música y las campanas. Y desde esa inefable profundidad la Luz del corazón del Cristo nacido mira al mundo con la serena y luminosa mirada del amor y la armonía perfecta. Llega entonces la mañana del día de Navidad que duerme y sueña en todo ser humano, un regalo que puede ser abierto en cualquier momento de nuestra vida. El regalo del amor. Y como termina el Guru Gita: «Y por todo esto, doy gracias»
Podemos conquistar al mundo por el amor, y para que no tengamos dudas, celebramos esta navidad el nacimiento del niño Dios, el Cristo que reside en nuestro interior. Lee los pensamientos que para hoy trae Respuestas al corazón en la página 268
12 de Diciembre 14 de Diciembre