Señales en un camino sin camino

Esta sección incluye un conjunto de herramientas cotidianas eficaces para hacer más dulce la vida actual y avanzar más rápidamente hacia días mejores.

26 de febrero:

Del silencio, al silencio. Eternamente el silencio. Camino, caminante y fin del camino se funden en unidad, dando paso a la experiencia.

Cuando dices: «Vengo de Dios y vuelvo a Dios», lo estás midiendo con las unidades de tu propia mente, que sólo puede pensar en las unidades de tiempo y espacio. Más allá del tiempo y del espacio no se va ni se viene: estás allí.

Las señales están ahí, pero no es necesario verlas o conocerlas. Tú todavía estás en el camino, un camino sin camino. Se trata sólo de limpiar toda la suciedad que se ha juntado a tu alrededor; es como bañarse. Una vez que te has lavado la suciedad, estás limpio, puro y desnudo como un niño inocente…, sin gimoteos ni caprichos.

Mientras vas por la vida, los obstáculos se cruzarán por tu camino, pero no seas pusilánime: ¡tienes a la mayor fuerza contigo! La fuerza de la Divinidad está contigo y reside en ti, y la Divinidad actúa. No llega con un martillo o con una cuerda para atarte y tirarte. Él tiene sus maneras de enseñarte el camino.

Muchas veces te encontrarás con que tienes un problema y de repente vas y coges un libro, lo abres en una página, lees un pasaje y cambia totalmente tu actitud. Así también opera esa fuerza de la Divinidad que reside en tu interior.

Señales del camino

Recuerdo hace mucho tiempo, yo aún era un niño casi, aunque andaba tratando con académicos y en la universidad. Un día me encontré con un catedrático de filosofía, no recuerdo su nombre. Le conté mis ideas sobre la existencia y me dijo con desprecio, eso es el panteísmo de Spinoza, nada nuevo.

Yo en aquel entonces no sabía quien era ese Spinoza, ni entendí bien porque me decía este catedrático que eso que contaba estaba ya superado en el siglo XVII. Ahora sé que ese catedrático, por mucho que hubiera estudiado, no había comprendido lo que quería decir Spinoza, como tampoco han penetrado esas ideas aún en nuestra sociedad todavía. Tres siglos después.

La espiritualidad, en estos momentos que vivimos, está relegada como un fantasma del pasado y oscila entre el  fundamentalismo y la ignorancia. Desde ese punto de vista, las aproximaciones a la espiritualidad dominantes hoy están sustentadas por la filosofía medieval y aún no han dado el salto que Spinoza dio hace 300 años.

A día de hoy conviven en este mundo todo tipo de creencias descabelladas: Canalizadores de todo tipo de ángeles (gente que habla con tu ángel de la guarda y te dice lo que tienes que hacer, y tu vas y te lo crees sin ni siquiera cuestionar quien contacta con que ángel de que guarda -podría ser el Pato Donald en vez de un ángel). Demonios que dejan su fétido olor a azufre en las estancias del vaticano., capitanes intergalácticos, maestros ascendidos, mártires que suben al paraíso al estallarse un cinturón de dinamita en un autobús, religiosos en el poder que condenan a muerte a un homosexual por ir contra la ley de Dios, la más variopinta selección de pseudo-ciencias que desarrollan pensamientos paranoicos de la más diversa índole. ¿Quien quiere una espiritualidad así?

La religión católica, todavía hoy establece que “el infierno existe y es eterno”. Al decir existe; ¿se refiere a que tiene un lugar en el espacio? Y al decir eterno, ¿se refiere a la supuesta condena eterna? El recurso del miedo irracional renaciendo desde el medioevo. La iglesia también tiene una doctrina sobre el purgatorio y otra sobre el limbo. Todas estas cosas ya fueron superadas en la filosofía de Spinoza y son restos medievales de la espiritualidad Cristiana que no tienen nada que ver con el hombre y la mujer actuales y mucho menos aún con la verdad de la existencia.

No me extraña la beligerancia de muchos ateos, es que estas cosas ofenden al espíritu y al sentido común. Por eso, en todas las tradiciones, semíticas u orientales, es necesario la evolución en toda una serie de supersticiones y descripciones del universo mitológicas, que tienen su valor mitológico,  como lo tiene la Odisea o la Iliada, pero donde el mito (la señal) no es lo importante, lo importante es el significado, no el significante. La esencia.

Los seres humanos tenemos una experiencia subjetiva en un mundo objetivo. La experiencia subjetiva es individual, y todos los individuos asumimos que ahí fuera hay un mundo objetivo, común, desconocido en su mayor parte, inmutable en su inmutabilidad. La ciencia intenta conocer ese mundo objetivo, la espiritualidad al sujeto que conoce el mundo objetivo.

No hay ninguna contradicción entre ciencia y espiritualidad. Lo que si hay es incompatibilidad entre razón y sin-razón. Y muchas de las doctrinas religiosas tanto de Occidente como de Oriente están llenas de sin-razones. Y eso es incompatible con la razón. En la espiritualidad tenemos que ir como dice Kant, más allá de la razón, pero no para negar la razón sino para superarla. Eso no tiene nada que ver con creerse cosas que la razón demuestra equivocadas. Como dice el dicho del Budha: No te creas nada que vaya en contra del sentido común y de tu propia razón.

Estaría bien Francisco I propicie un cambio en la anquilosada teología católica apoyada por el vaticano. Hay teólogos católicos mucho más en sintonía con el ser humano y la verdad, que han quedado censurados e incluso excomulgados. Esperemos que este sin sentido acabe pronto. Es la razón de muchas enfermedades mentales y además, la religión, que debería enseñar a vivir, es justo lo que no hace y si lo hace, es solamente por la gracia de Dios, y no por lo acertado de la mayor parte de sus planteamientos.

Tenemos  que crear un nuevo espacio de pensamiento para la espiritualidad, un lenguaje nuevo que permita exponer los principios espirituales de acuerdo al estado de nuestra evolución. Una aproximación que permita acercarse a la espiritualidad sin tener que tragar con ruedas de molino y que realmente acerque a la verdad, a la verdad de la existencia, a la verdad del vivir. En ello estamos.

Hoy Respuestas al corazón nos habla de las señales en el camino. Deja que te guíen pero estate atento. Atento a tu día y no gastes energías innecesarias. Si lavas los platos en tu cabeza diez veces antes de lavarlos en la realidad gastas 11 veces más energía. Haz lo que tengas que hacer sin pensar, y si al terminar no tienes otra cosa que hacer, siéntate un rato en silencio y medita. Hoy no hagas nada con el pensamiento, usa tus músculos que para eso están. Solo por hoy. Mañana sigues gastando energía tontamente si así lo deseas.

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